En pleno centro de Castellterçol, donde la vida tiene otro ritmo y las montañas dibujan el horizonte, te espera un hogar que no se vende… se encuentra.
Un piso con alma, de esos que conservan el carácter de lo auténtico, pero que te reciben con calidez, luz natural y tranquilidad en cada estancia. Desde el primer paso, se siente el orden, el cuidado y el confort de una vivienda bien vivida.
Aquí, cada espacio está pensado para disfrutar:
Un salón amplio donde se respira calma, ideal para tardes de invierno, junto a una buena conversación o mañanas soleadas que entran a raudales por las ventanas. Tres habitaciones generosas que no son solo dormitorios, sino espacios para descansar, crear o simplemente ser. Una cocina con personalidad, que conecta con el día a día, y que invita a cocinar sin prisa, a compartir y a guardar momentos. Y un baño renovado que equilibra funcionalidad y frescura, pensado para el día a día real.
Pero quizá lo más especial no está solo dentro.
Este piso es todo exterior, y eso se nota. La luz entra sin pedir permiso, el aire circula con libertad y las vistas a la plana del Moianès regalan una sensación de amplitud que reconecta. Levantarte y ver el paisaje sin obstáculos, respirar campo y cielo, y sentir que el tiempo se detiene un poco.
La finca, cuidada y tranquila, está rodeada de zonas ajardinadas y con pocos vecinos. Es ese tipo de comunidad donde aún se saluda al cruzarse, donde reina el silencio y se escucha el canto de los pájaros por la mañana. Un pequeño lujo cotidiano.
Todo eso, con la ventaja de estar en pleno centro del pueblo, cerca de todo pero lejos del ruido, con la esencia de pueblo y el confort de sentirse en casa desde el primer día.
Este no es un piso cualquiera. Es ese lugar donde podrías empezar una nueva etapa, vivir más sencillo, más conectado con lo que importa.
Y está esperando a quien sepa verlo.